lunes, 29 de junio de 2015

Tatuajes y otras cicatrices

En la vida hay muchas cosas que no entiendo.

Antes pensaba que simplemente necesitaba tiempo y que, al hacerme mayor, entendería este mundo. Pero cada día se hace más grande, complejo y deprimente. Por lo tanto, he admitido que jamás comprenderé en su totalidad lo que ocurre.

 Así que. podría desviarme con esto a millones de conflictos, desde la explotación al maltrato, pasando por la educación y los prejuicios, pero con hoy quiero centrarme en que no entiendo que le ocurre a la sociedad con los tatuajes.

Pueden gustarte más o menos, querer o no hacerte uno, aquí está la libertad de cada individuo para hacer lo que le da la gana con su vida y su cuerpo, pero el estigma que supone actualmente en muchos círculos llevar uno, me parece algo sin sentido.Que en pleno siglo XXI, expresarte con tu propio cuerpo este mal visto o sea un impedimento para ganarte la vida es un simple horror, un error.


El arte comprende en sí mismo una diversidad apabullante de formas de expresión. Quien intente limitarlo, se está perdiendo la belleza de millones de cosas a su alrededor.


Algunas personas solo quieren llevar consigo obras de arte, sentirse pese a todo, que son una obra de arte.


Alguien me dijo una vez antes de hacerme mi primer tatuaje, que no tuviera miedo, que los tatuajes son una caricia que te deja una señal preciosa.


Y pienso que tenía razón. Que los tatuajes son las cicatrices más preciosas. Y que ojalá todas las cicatrices fueran como los tatuajes. No, la mayoría, son horribles.


Los tatuajes son el arte de las cicatrices. Y lo diré por dos motivos principales: Nos tapan las cicatrices que se ven, embelleciéndolas, y nos sacan fuera las que más duelen dentro, haciéndolas reales.


Todo el mundo tiene cicatrices. Ni se te ocurra excluirte del grupo, porque serás un mentiroso de dimensiones gigantescas. A todos nos han hecho daño en algún momento y nos han dejado marca. Y hay dos tipos de dolor.


El primero, es el dolor físico. La señal de un golpe, de una operación, una estría, etc. Deja en nuestra piel una marca, que nos recuerda ese dolor, ese momento. 


No podemos, ni debemos olvidar ese dolor. Debemos aceptar aquello que nos remite a el como parte de nuestro cuerpo. Ni repudiarlas ni odiarlas por lo que representan.Una de las formas de aceptar que estarán siempre ahí es haciéndolas bellas. Sino, preguntadle a las mujeres que han sufrido cáncer de mama, cómo un tatuaje en el pecho les ha ayudado a aceptar esas cicatrices.


Luego tenemos el segundo dolor, el más profundo y el que deja marca en el alma. Ese no se ve. Ese es más difícil de aceptar, más fácil de hacer creer que se ha aceptado.Sacando fuera ese dolor se hace real, ver el tatuaje es el recordatorio que has sufrido esa marca, y que sigues aquí. Es una forma de sacarte fuera algo, que llevarás siempre contigo, y que te desborda.


Las cicatrices son memorias. Y como dice una canción de Arctic Monkeys, lo mejor que has tenido son la memorias y esos sueños. Así que, técnicamente, lo mejor que tienes son tus cicatrices. 


Al final, todo lo material, las personas a nuestro alrededor, desaparecerá. Solo hay algo que te acompañará toda tu vida hasta el último día: Tú, tu cuerpo, tus recuerdos y tus sueños.Entonces, ¿Por qué tanto prejuicio a algo que expresa abiertamente lo único, y mejor, que tenemos?


Es la forma más bonita de decirle al mundo que tenemos dentro de nuestra cabeza, que esto no me lo podrán quitar. Recordar en esas cicatrices que ha pasado, pero no como tortura sino como recordatorio. Ha pasado, hemos estado rotos, y aquí seguimos. Con un poco más de tinta en la piel.


Somos arte. Somos cicatrices. Somos personas. 

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